martes, 25 de mayo de 2010

LA CASA SIN SU ESPIRITU...


…997154816, anoto la niña en un cuadernito que le regalo su abuela, con su zigzagueante y delicada escritura. Ya entonces tenía el hábito de escribir las cosas importantes y el número de celular de su tío, era algo relevante en su vida. Llego a la familia por vía aérea, no hay otra manera de venir desde Milán-Italia y de eso hace ya, más de mil seiscientos setenta y dos días. Llego muy pequeña, casi recién nacida, le festejamos me acuerdo sus ocho meses en compañía de sus abuelos, tíos, Miriam y ella, quien en esa época fue mi enamorada. Fue una reunión de pocas personas, con sentimientos encontrados y dándole la bienvenida por su llegada a Santa Clara.
Su compañía hizo que supliera la compañía de otras personas, vivía avocado a ella, pendiente de ella, ansioso por llegar a casa después de la rutina laboral para poder verla, jugar casino le encantaba es una astuta con los naipes, quizás por llevar sangre siciliana, no lo sé. Los fines de semana nos íbamos al club campestre, que hay tantos por la zona debido a que otra de sus adicciones es la piscina, le encanta chapotear en ella, le encanta correr por el campo y estar libre y no depender de nadie. Es más, envidiaba a veces su manera en cómo veía la vida y pareciera como que disfrutaba cada instante ya que solo estaría de pasada por aquí y así fue. Quería que la lleve a la Playa y la complací nos fuimos a la Punta a pasear en los botes que arriendan ahí, y al retornar de la travesía nos quedamos en una playa que en lugar de arena encontrabas piedrecillas, ella sentada viendo el horizonte y disfrutando de la brisa y de las olas; y Yo sádico haciendo remembranzas de aquel lugar, menos mal que solo por instantes porque cuando iba con ella me olvidaba de todo y ella también lo sentía así, era su héroe hasta el último instante en que me acompaño.

Nos fuimos a Larcomar, ella quería ver más playas quizás porque cuando se vaya nos los disfrutaría, y ahí conoció la playa de arena, nos fuimos a almorzar a un restaurante que queda en el mismo corazón de Miraflores, por el parque Kennedy. Ella inquieta como siempre revoloteando toda la comida, queriendo pararse encima de la mesa y golpeando el vidrio de la ventana les decía a sus abuelos que no quería almorzar y que quería pasear con su tío. Así que salimos a continuar con el paseo, le encantaba que la fotografié en distintos lugares y Yo siempre le decía, que diga “Whisky” cuando la cámara lo estuviera enfocando. La fotografié en todos los ángulos y con tomas que demuestran su alegría, su asombro, su enojo, cuando dormia y una vez la tome cuando estuvo llorando y al día siguiente la borre, no puedo soportar su tristeza, siempre quiero verla feliz.

Recuerdo que cuando ella tenía dos años, era más apegada a su abuelo, paraban juntos en el jardín interno viendo como su “papito” trabajaba; así le decía a su abuelo o pasaban la mañana simplemente echados disfrutando del sol en un sofá viejo que había en el patio de la casa. Y Yo me iba al Gimnasio y le daba sus “due baci” en ambos lados de la carita y la niña me preguntaba a donde iba y cuando regresaría y después de contestar sus inquietudes, me veía que cruzaba aquella puerta y que al parecer pensó que mientras pasara el tiempo con su abuelo, ella nunca cruzaría aquel umbral. Un lejano día, la astuta niña se apego a su tío, el único quien podría hacerla conocer más allá de lo habitual que le mostraban sus abuelos. Decidió visitarme a mi habitación y saber todas las cosas que hacía, veía, leía, quería conocer y saber todo. No es usual que a una niña de poca edad le guste el Glam Metal, pero le encantaba “Bonjovi” y a los locos que se revuelcan en el suelo, se refería a “Poison”, ambos grupos ochenteros que su tío escuchaba cuando era adolescente. Mientras ella veía los videoclips de estos grupos, al lado me encontraba haciendo algunos trabajos en photoshop interesándose desde los dos años en la computadora. Así fue como hizo su primer trabajo en Paint, un popurrí de colores y formas, en el Word escribiendo el nombre de su “mamita” o de ella misma, de su mama, de su tío Yayo y de sus compañeras de colegio que más le simpatizaban, insertaba imágenes y lo que su curiosidad le permitiera hacer. Todos esos trabajitos los tengo archivados en la computadora y por siempre en mi memoria, momentos inolvidables, ratos gratos, tiempos incomparables.

Nuestra primera salida fue obviamente al Parque de Santa Clara, ahí ella diviso a montón niños saltando, corriendo y metiéndose dentro de unos tubos, con el piso llenos de bolas. Eran los juegos infantiles y el que más le gustaba era uno que ella le llamo “el saltarín”. Todos los días y en todas las tardes me pedía que la llevase allá. Fue como un vicio para ella que se le tuvo que limitar; indicándole que solo se la llevaría si es que se portara bien y le hiciera caso en todo a sus abuelitos.
Se quedaba dormida con las dos manitas juntas como rezando y de lado. No es aficionada a la televisión, pero le encantaba ver todos los días “Lazy Town” y siempre me decía que la acompañase, lo veíamos en mi habitación, mostraba un rostro de interés total cuando veía a un tipo cazar culebras y cocodrilos que presentaban en Animal Planet. Ella sabe que el “gato negro” es malo porque se robo su chupón; cuando la verdad es que lo tuvimos que esconder porque ya iba por los cuatro años y no dejaba de colocárselo en su boca. Ella sabe que el Ángel de la guarda nos cuida del cucó, que Papanoel no existe y que diez menos diez, es nada. Es directa y no anda con rodeos y muestra el seño fruncido cuando desea algo que cree no va a recibir. Así es mi engreída mi Reyna, experta armando rompecabezas de hasta cien piezas, armando torres con el Play-go que le regale cuando cumplió tres años, astuta con el juego de naipes queriendo aprender más jugadas y solo limitada al no saber sumar bien y es por eso que siempre le decía que tiene que estudiar para que aprenda muchas cosas interesantes y para que no sea burra, respondiéndome con su vocecita angelical: Ya tío, para no ser burra como mamita.

Era bien lúdica, le gustaba todos los juegos que tenían fichas y tableros. Tenía interés por el Ajedrez solo le llegue a enseñar a cómo colocar correctamente las fichas y conocer el nombre de cada una de ellas, para la niña el movimiento de estas eran como si todas fueran reinas o peones, pero igual le gustaba jugar a su manera. El ludo era otro de sus favoritos, tirando el dado sobre la mesa era un éxtasis de risa para ella, realmente lo disfrutaba.
Que momentos aquellos serian innumerables contarlos todos y al detalle; tanto cuando la lleve al zoológico, a Matucana, a Chosica, a Chaclacayo, a Santa Anita, a Polvos Azules, a Miraflores, a las Catacumbas, a las playas, a los clubes, etc. Y antes que viajara de regreso a la tierra que la vio nacer, le gustaba que la paseara sobre mi bicicleta haciéndole conocer todas las callecitas de Santa Clara, quedaba entusiasmada. Veíamos televisión en las noches y nos quedábamos dormidos juntitos y Yo bajándola a su cuarto a media noche antes de irme de vigilia al parque. Ahora ya sin ella aquí, parece que ese espíritu que le dio vida a esta casa ya no está más, se extraña su bullicio, sus locuras, sus caprichos y extraño mas sus llamadas preguntándome a qué hora regresaría y cuando la llamaba a una cuadra de la casa, salía a la calle a recibirme corriendo, con los brazos extendidos y dándome un beso en la mejilla. Que grandioso y bendito es tener a alguien que te quiera de corazón y que ese cariño sea reciproco, se me salen las lágrimas por el recuerdo y la ternura que me transmitió mientras estuvo acá. Gracias por acompañarnos, gracias por esos mil seiscientos setenta y dos días de vicisitudes entrañables, gracias por alegrarme la vida mi Reyna. En cada lugar que recorro en la casa hay cosas que me hacen acordarte, se me quiebra la garganta y se me iluminan los ojos. Tratare de emular tu curiosidad, para así de esa manera recorrer el mundo conociendo y aprendiendo lo que otras personas te pueden ofrecer e intercambiando ideas y sentimientos. Hasta muy pronto mi gorda, come tu “pomodoro” y tú “carote”, due baci bambina y siempre di “Whisky”…